Donde quiera que sea también es cierto que dependiendo de la superficie sobre la que se han puesto y del material del tapete, es muy fácil que se muevan y, sobre todo, que al apresurarse se resbale uno con ellos.
Después de probar con mil y un cintas adheribles especiales, y de ver que no había resultados, nos desesperamos en casa y acabamos pegándolos con silicón.
Desde entonces estoy muy contenta porque, aunque es un poco tedioso el tema de despegarlas y volverlas a pegar para lavarlas, con los tips que te doy en mi artículo "De cómo mi abuela me arregló la vida tres veces con una cucharada de bicarbonato!", eso lo hago solo una vez al año, así que vale la pena.
Además el silicón se puede remover fácilmente de la mayoría de las superficies, si tienes dudas puedes hacer una pequeña prueba en algún lugar poco visible antes de decidirte. El silicón que yo uso es el silicón neutral (no del transparente, sino negro o blanco). Lo puedes conseguir en cualquier ferretería o tienda de suministro de materiales para construcción.